Carta de Lope de Aguirre a Felipe II

De Wikisource, la biblioteca libre.
​Carta de Lope de Aguirre a Felipe II​ (1561) de Lope de Aguirre

Rey Felipe, natural español, hijo de Cárlos invencible:

Lope de Aguirre, tu mínimo vasallo, cristiano viejo, hijo de medianos padres, en prosperidad, hijo-dalgo en tierra vascongada, en el reino de España, en la villa de Oñate vecino.

En mi mocedad pasé el mar Océano á las partes del Pirú, por valer más con la lanza en la mano, y por cumplir con la deuda que debe todo hombre de bien; y así en veinte y cuatro años te hecho muchos servicios en el Pirú, en conquistas de indios y en poblar pueblos en tu servicio, especialmente en batallas, recuentros que ha habido en tu nombre, siempre conforme á mis fuerzas y posibilidad, sin importunar á tus oficiales por paga ni socorro, como parescerá por tus Reales libros.

Bien creo, excelentísimo Rey y señor, que para mí y mis compañeros no has sido tal, sino cruel é ingrato á tan buenos servicios como has rescibido de nosotros; aunque tambien creo que te deben de engañar los que te escriben destas tierras, como estás muy lejos.

Avísote, Rey español, donde hayas mucha justicia y retitud y asi cumple para tan buenos vasallos como en estas tierras tienes, aunque yo no, por no poder sufrir más las crueldades que usan estos tus Oidores, Virey y Gobernadores, he salido de hecho con mis compañeros, cuyos nombres luego diré, de tu obidencia, y desnaturándonos de nuestro natural, ques España, y hacerte en estas partes la más cruda guerra que nuestras fuerzas lo puedan sustentar y suplir. Y esto cree, Rey y señor, nos ha hecho hacer no poder sufrir los grandes pechos, y premios y castigos injustos que nos dan tus ministros, hijos y criados: nos han usurpado nuestra fama, vida y honra, ques lastima oir el mal tratamiento que se nos han hecho. Y ansi, manco de mi pierna derecha, de dos arcabuzazos que me dieron en el valle de Chuquinga con el mariscal Alonso de Alvarado, siguiendo tu voz y apellido contra Francisco Hernandez Giron, rebelde á tu servicio, como yo y mis compañeros al presente lo somos y seremos fasta la muerte, porque ya de hecho hemos alcanzado en estos reinos cuán cruel eres y quebrantador de fee y palabra; y asi, tenemos en esta tierra tus perdones por de menos crédito que los libros de Martin Lutero, pues tu Virey, marqués de Cañete, malo, lujurioso y ambicioso, tirano, ahorcó á Martin de Robres, hombre señalado en tu servicio, y al bravo Tomás Vazquez, conquistador del Pirú, y al triste de Alonso Diaz, que trabajó más en el descubrimiento deste reino que los esploradores de Moisés en el Desierto, y Piedra-hita, buen capitan, que rompió muchas batallas en tu servicio; ellos te dieron la vitoria, que si ellos no se pasaran, hoy fuera Francisco Hernández rey del Pirú, y no tengas en mucho el servicio que te escribieron tus Oidores haberte hecho, porques muy gran fábula, si llamas servicio haberte gastado ochocientos mill pesos de tu Real caja para sus vicios y maldades, que cierto son malos, y castígalos como tales.

Mira, mira, Rey español, que no seas cruel á tus vasallos ni ingrato, pues estando tu padre y tú en los reinos de Castilla sin ninguna zozobra, te han dado tus vasallos, á costa de su sangre y hacienda, tantos reinos y señoríos como en estas partes tienes; y mira Rey y señor, que no puedes llevar, con título de Rey justo, ningun interés destas partes donde no aventuráste nada, sin que primero los que en esta tierra han trabajado y sudado sean gratificados.

Por cierto lo tengo que van pocos Reyes al infierno, porque son pocos, que si muchos fuésedes, ninguno podría ir al cielo, porque creo que allá seríades peores que Luzbel, segun teneis ambiciones, y sed y hambre de hartaros de sangre humana; mas no me maravillo ni hago caso de vosotros, pues os llamais siempre de menos edad, y todo hombre inocente y loco, y vuestro gobierno es aire y viento. A Dios hago solenemente voto, yo y mis ducientos arcabuceros marañones, conquistadores, hijos-dalgo, de no te dejar ministro tuyo á vida, porque ya sé fasta dónde alcanza tu clemencia.

El día de hoy nos hallamos los más bienaventurados de los nacidos, por estar como estamos en estas partes de las Indias, teniendo la fe y mandamientos de Dios N. S., enteros y sin corrupcion, como cristianos, manteniendo todo lo que predica la Santa Madre Iglesia de Roma; y pretendemos, aunque pecadores en la vida, recibir martirios por los mandamientos de Dios.

A la salida que hicimos del río de las Amazonas á la salida del Marañon, vi en una isla problada de cristianos, que há por nombre Margarita, unas relaciones que venian de España, de la gran sisma que hay de luteranos, que nos ha puesto temor y espanto, pues aquí en esta compañía uno que se halló aleman, llamado Monteverde por su nombre, lo hice hacer pedazos. Los hados darán la pena á los cuerpos; mas donde nosotros estuviéramos cree, excelente Principe, que cumple que todos vivan muy perfectamente en la fee de christiano. Especialmente es tan grande la disolucion de los frailes en estas partes, cierto conviene que venga sobrellos la tu ira y castigo, porque ya no hay ninguno que presuma de menos de Gobernador; mira, mira Rey, no les creas lo que te dicen, porque las lágrimas que allá echan en tu Real presencia son por venir acá á mandar. Si quieres saber la vida que por acá tienen, es entender en mercadurias, procurar y adquirir bienes temporales, vender los sacramentos de la Iglesia por precio, enemigos de pobres, incaritativos, ambiciosos, glotones, soberbios; de manera, que por mínimo que sea un fraile, pretende mandar y gobernar todas estas tierras. Pon remedio, Rey y señor, porque destas cosas y malos ejemplos no está imprimida ni fija la fee en los naturales; y más te digo, que si esta disolucion destos frailes no se quita de aquí, no faltarán escándalos.

Aunque yo y mis compañeros, por la gran razon que tenemos, nos hayamos determinado á morir, y esto y otras cosas pasadas, singular Rey, tú has sido la causa, por no te doler del trabajo de tus vasallos, y te descuidas con estos Oidores, y nunca se acertará en el gobierno. Y para esto no hay para qué presentar testigos, como estos tus Oidores tienen cada uno cuatro mill pesos de acostamiento cada un año y ocho mill de costa, y al cabo de tres años cada uno tiene tres mill pesos ahorrados, digo, sesenta mill pesos y heredamientos y posesiones. Y con todo esto, si se contentasen con servirnos como á hombres que les servimos, medio mal y trabajo seria el nuestro; mas por nuestros pecados quieren donde quiera que los topemos nos hinquemos de rodillas y los adoremos como á Nabucodonosor, cosa cierto insufrible. Y no, yo como hombre lastimado y manco de mis miembros en tu servicio, y mis compañeros viejos y cansados en lo mismo, te he de dejar de avisar que nunca fies en estos letrados tu Real conciencia, porque cumple á tu Real persona descuidarse con estos, que les va todo el tiempo en casar hijos é hijas, y no entienden en otra cosa. Es refran entrellos y muy comun: «á tuerto ó á derecho nuestra casa hasta el techo;» pues los frailes á ningund indio pobre le quieren predicar, y estánse aposentados en los mejores repartimientos del Pirú. La vida que tienen es áspera y fragosa, porque cada uno dellos tiene por penitencia en su cocina una docena de mozas no muy viejas, y otros tantos muchachos que les vayan á pescar y a matar perdices y á traer frutas; todo el repartimiento [1] tiene que hacer con ellos. En fee de christiano te juro, Rey y señor, que si no pones remedio en las maldades desta tierra, que te ha de venir azote del cielo, y esto hágolo por avisarte de la verdad, aunque yo y mis compañeros no queremos ni esperamos de ti misericordia.

¡Ay! ¡ay! ¡Lástima tan grande que César, el Emperador tu padre, conquistase con la fuerza de España la superba Germania, y gastase tanta moneda y tesoro llevado destas Indias, descubiertas por nosotros, y que no te duelas de nuestra vejez y cansancio, siquiera para matarnos la hambre un día!

¿Sabes qué vemos en estas partes, excelente Rey y señor? que conquistaste Alemania con armas, y Alemania conquistó á España con vicios; de que cierto vivimos acá más contentos con maiz solo y agua, por estar apartados de tan mala irrónea [2], que los que en ella han caido pueden estar con sus regalos, anden las guerras por donde anduvieron, pues para los hombres se hicieron, mas en ningun tiempo por adversidades que nos vengan dejaremos de ser subjetos y obedientes á los preceptos de la Santa Madre Iglesia de Roma.

No podemos creer, excelente Rey y señor, que tu seas cruel para tan buenos vasallos como en estas partes tienes, sino questos malos Oidores y Ministro lo deben de hacer sin tu consentimiento. Digalo, Rey y señor, que en la ciudad de los Reyes, dos leguas della junto á la mar, se descubrió una laguna á donde se cria algun pescado, que Dios lo permitió que fuese así, y estos tus Oidores y Oficiales de tu Real persona, por aprovecharse, como hacen para sus regalos y vicios, del pescado, lo arriendan en tu nombre, dándonos a entender como si fuésemos inhábiles, ques por tu voluntad; si ello es así déjanos Señor pescar un pescado siquiera, pues trabajamos en descubrirlo; porquel Rey de Castilla no tiene necesidad de la cantidad de cuatrocientos pesos, ques porque se arrienda; y pues esclarecido Rey no te pedimos mrs. en Córdoba, ni en Valladolid, ni en toda España, ques tu patrimonio Real, duélete Señor en alimentar los pobres y cansados en los frutos y redictos desta tierra, y mira, Rey y señor, que hay Dios para todos igual, justicia y premio, paraiso é infierno.

En el año de 59 dió el marqués de Cañete la jornada del rio de las Amazonas, que se dice el Marañon, á un Pedro de Orsua, navarro, por verdad decir, francés; tardó en hacer navios fasta el año de 60, en la provincia de los Motilones, ques término del Pirú, y porque los indios andan rapados á navaja, se llaman motilones. Y aunque estos navios, por ser la tierra donde se hicieron lluviosa, al tiempo del echarlos al agua se nos quebraron los más dellos, y hicimos balsas y dejamos los caballos y haciendas y nos echamos el rio abajo con harto riesgo de nuestras personas. Luego topamos todos los rios más poderosísimos del Pirú, de manera que nos vimos en golfo Dulce, caminamos de prima faz trecientas leguas despobladas, hasta que llegó á la provincia de Machifaro, que hay setecientas leguas despobladas del embarcadero donde nos embarcamos la primera vez.

Fue este mal Gobernador tan perverso, ambicioso, miserable, que no lo podiamos sufrir; y asi por ser imposible relatar sus maldades y por tenerme por parte en mi caso como me ternían, no diré más, excelente Rey y señor, de que le matamos, cierto, muerte bien breve; y luego a un mancebo, caballero de Sevilla, que se nombraba D. Fernando de Guzman, le alzamos por nuestro Rey y le juramos por tal, como tu Real persona verá por las firmas de todos los que en ello nos hallamos, que queda en la isla de la Margarita destas Indias. Y á mi me nombraron por su Maestre de campo, é porque no consentí en sus insultos y maldades, me quisieron matar, é yo maté al nuevo Rey, y Capitan de su guardia, y Teniente general, y cuatro capitanes, y su Mayordomo, y su Capellan, clérigo de misa, y una mujer de la liga contra mi, y á un comendador de Rodas, y á un almirante, y á dos alférez y otros cinco ó seis aliados suyos. Y con intencion de llevar la guerra adelante ó morir en ella, por las muchas crueldades que tus ministros usan con nosotros, y nombré de nuevo capitanes y sargento mayor, y me quisieron matar y los ahorqué todos, caminando nuestra derrota, pasando todas estas muertes y malas venturas. En este rio del Marañon tardamos hasta la boca dél, hasta la mar, más de diez meses y medio; caminamos cient jornadas justas, caminamos mill y quinientas leguas. Río grande temeroso, tiene de boca ochenta leguas de agua dulce, y no como dicen por muchos brazos; tiene grandes brazos y ochocientas leguas de desierto, sin género de poblado, como S. M. verá por una relacion que hemos hecho, bien verdadera, en la derrota que corrimos; tiene más de seis mill islas, sabe Dios cómo nos escapamos deste lago temeroso. Avísote Rey y señor no consientas ni proveas se haga ninguna armada para este rio tan mal afortunado, porque en fee de christiano te juro, Rey y señor, que si vinieren cient mil hombres, ninguno escape, porque la relacion es falsa y no hay en el rio otra cosa que desesperar, especialmente para los chapetones [3] de España.

Los capitanes y oficiales que al presente llevo y prometen de morir en esta demanda son, como hombres lastimados, Juan Gerónimo Despinola, ginovés, de infantería, y almirante Juan Gomez, y capitan Christóbal García, los dos andaluces, de infantería, y capitan de caballos, Diego Tirado, andaluz, que tus Oidores, Rey y señor, le quitaron con grande agravio indios que habia ganado con su lanza.

Mi capitan de la guardia Ruperto de Sosaya, vascongado, y su alférez Nuflo Hernandez, valenciano, Juan Lopez de Ayala, de Cuenca, nuestro pagador, alférez general Blas Gutierrez, conquistador de veinte y siete años, Juan Ponce, alférez, natural de Sevilla, Custodio... [4], alférez, portugués, Diego de Torres, alférez navarro, sargento Pero Rodriguez, digo, Diego de Figueroa, Cristóbal de Rivas, conquistador, Pero Ruiz de Roxas, andaluz, Juan de Saucedo, alférez de caballo, Bartolomé Sanchez de Paniagua, nuestro barrachel [5] general, y otros muchos hijos-dalgo desta liga ruegan á Dios N. S. te aumente siempre en bien, y ensalce y en prosperidad contra el turco y franceses, y todos los demás que en espartes te quisieren hacer guerra; y en estas nos dé Dios guerras, que podamos alcanzar con nuestras armas el premio que se nos debe, pues de derecho nos has negado lo que se nos debia.

Hijo de fieles vasallos tuyos en tierra vascongada, é yo rebelde fasta la muerte por tu ingratitud.—Lope de Aguirre el Peregrino [6].



  1. Es decir, que daban trabajar á todos los indios que los habian tocado de repartimiento.
  2. Irrónea, lo mismo que error.
  3. Ya hemos dicho que chapeton es lo mismo que bisoño ó novato.
  4. Hay un hueco.
  5. Barrachel, lo mismo que preboste ú oficial de justicia inferior en lo militar.
  6. Va al pie la nota siguiente: «Matóle en el Nuevo-Reino su alférez á puñaladas, teniéndole cercado un caballero estremeño: y murieron á espada los suyos, fuera algunos pocos que el capitan Hojeda trujo á Sancto Domingo, de que vino relacion en cuatro navíos que vinieron estos dias de Sancto Domingo y de Nueva-España.»
    Cotejado por mis escribientes y visto por mí en las dudas.
    (Nota de Muñoz.)

    El autor de esta relacion se declara en la pág. 257. En cuanto á la muerte de Lope de Aguirre, añadiremos á lo que en la relacion se dice, que tuvo lugar en Tucuyo, ciudad de Venezuela.