de casos, y sobre estas dos circunstancias se fundan las analogías que se le han encontrado con el Sanscrito. El Sr. Astarioa para conjugar un verbo vasco con todas las circunstancias que puede espresar, no habia imaginado menos de doscientas y seis conjugaciones ó modos. Larramendi se habia contentado con veintitres activas, fuera de las pasivas y neutras. El Sr. Léluse las ha reducido á cuatro, tomando por base el número y carácter de los complementos; y toda esa gran complicacion desaparece cuando se atiende á la regularidad con que proceden estas flexiones, y propiamente hablando, no hay, como en el griego, mas que una sola conjugacion para todos los verbos. Todo lo que en otras lenguas son partículas, adverbios, preposiciones y conjunciones, no son en vasco mas que nombres en caso determinado. La construcciones inversa, como en otras lenguas en que la desinencia dá el sentido, y por lo demas hay libertad en la disposicion de la frase.
Con esta corta ojeada no se sorprenderá el lector que no es vasco al recorrer esta gramática en que no figuran mas que nombres y verbos. A la verdad es cosa tan extraña que bien merecia una palabra de esplicacion.
Concluiremos ahora con un espécimen de la antigua literatura de los Cántabros. Son tres cantares sublimes de los Biursarias, poetas improvisadores, traducidos por D, José M, de Goizueta. Reproducimos con gusto tan lindo trabajo, como tambien parte de sus observaciones.
Este pueblo heróico, que plantado como una roca en medio de los mares resiste la imponente furia de dos océanos tempestuosos, dice el Sr. Goizueta; este pueblo de pastores, colocado sobre las costas de los Pirineos y en el fondo de sus angostos y sombrios valles, tuvo y tiene bardos que canten sus gloriosos hechos de armas.